Experiencia real con Dios

A lo largo de mi vida he notado muchas veces en el corazón que Dios existía. Pero sólo dos veces lo he notado realmente.

La primera vez, creo que había robado en una tienda alguna cosilla, cosas de adolescencia de jugar a ver si te pillan. Y me pillaron, claro.
Luego, vino el cargo inmenso de conciencia. Estaba super arrepentida, dándole vueltas al asunto. Y de pronto, sin yo quererlo, salieron de mi boca unas palabras: "Estás perdonada".
Me quedé sumamente sorprendida, obviamente.
Los psicólogos hablarán del subconsciente que necesitaba decir estas palabras. Pero yo siempre soy terriblemente controladora, y el no tener control sobre lo que digo o no, sólo me había pasado cuando había bebido de más (cosas de juventud, para qué negar que de cuando en cuando me pasaba con el alcohol)

La segunda vez ya fue muy cercana, hace 7 años. Tocaba yo el órgano en misa y estaba feliz. Acababa de conocer al que hoy es mi marido.
Una noche, en un chat católico me llamó una persona de todo menos bonita. Sólo porque dije que había que rezar por los terroristas y no por los asesinador por éstos. Me dijo que yo era una asesina, como todos los vascos.
La verdad es que me sentí fatal por la tremenda injusticia. Pero dormí con la conciencia tranquila.
Al día siguiente, fui a despedirme del cura de la parroquia, pues me venía a Valencia. Cuando llegué a su despacho, me pidió si por favor podía mirar unas partituras para ver cómo sonaban.
Pues vale, subí a la iglesia, crucé rápidamente hasta el órgano, como era mi costumbre. Pero a mitad de camino, noté que el Cristo que había me hacía parar. Y la sensación fue increíble: me estaba consolando por lo pasado la noche anterior, y me decía que era lo correcto lo que había hecho.
Esta vez no era el incosciente. Esa mañana se me había prácticamente olvidado lo de la noche anterior. Y tenía otras cosas que hacer.
Aparte, que mi intención no era ir a la iglesia, sino despedirme del cura.

Esta última experiencia me ha marcado. No era ya adolescente.

Desde entonces, no he tenido otra experiencia igual. Pero, en realidad, tampoco esperaba las anteriores. Pienso que no soy nadie y me sorprendo de que el Señor quiera hablarme.

Pero como es una tontería ponerse a discutir sobre lo que hace Dios, pues El sabrá lo que hace.